lunes, 29 de noviembre de 2010

Haberme encontrado

Mientras observo a la gente, sola, en la cafetería de la facultad... gira el mundo a mi al rededor. Yo, paro, me sumerjo en mi burbuja individual, pienso, en mí, en los míos, en todos los entes que componen mi vida y concluyo: Tras varias andanzas, a lo largo de todo este año, al fin, me he vuelto a encontrar con mi verdadero ser, he aterrizado. Tengo todas las claves de la felicidad, no sólo la conozco teóricamente, sino que puedo alardear de haberla encontrado, sin embargo, el mejor hallazgo del año ha sido la comprensión del inconformismo; saber que todas las mañanas tendré que enfrentarme a cosas que me desagradan, realizar rupturas con las equivocaciones, modificar las conductas que puedan extraviarme, en fin, luchar al fin y al cabo y, ser consciente de que por muy hermosa que parezca la vida, no puedo dormirme nunca en los laureles, si realmente quiero tener mañana un presente que siga valiendo la pena. Es así, vivir en constante lucha, con la realidad y con mi yo interno, teniendo bien presente que, sin cuidar el ahora, no habrá un mañana. Es jodidamente complicado haber llegado a saber que, si me relajo, jamás alcanzaré mis metas o sueños, pero... por otro lado... qué absurdamente aburrida sería la vida si todo fuera tan sencillo. A día de hoy, mi lucha es huír de lo simple, dado que todo aquello que nos cuesta poco esfuerzo, seguramente, termine por ser efímero.
No puedo decir que mi camino halla sido un camino de rosas y que haya logrado mi actual estado de un modo casual, soy afortunada, sin embargo, puesto que todos y cada uno de los golpes que recibí, cuando el viento agitó los ramajes de mi sendero, están cuidadosamente archivados en mi memoria, encargándose de recordarme quien soy y qué me hizo tan fuerte.
Ya casi finaliza este año, en que todo ha ido tan rodado que he podido disponer de muchos minutos para pensar en mí y organizar esta compleja estructura, pilar de mí.
Lo único que espero y pido del futuro, es saber poner en práctica todas estas herramientas cuando la vida se me trunque, la solvencia que produce ser una persona independiente, ver siempre el lado bueno de las cosas, seguir escribiendo, en fin, no dejar de ser yo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

La antítesis que me hace más fuerte

Siento orgullo de mi especie, que, escasa en instintos y carente de fuerzas, ha levantado todo esto, ha masacrado el mundo con el único fin de sobrevivir por encima de sus necesidades, realizando las utopías ideadas por su intelecto.
Siento orgullo al poder hablaros desde tan lejos, llegar a una casa y tenerlo todo tan al alcance de la mano, encender la pantalla y encontrar mil sonrisas que me dibujan la mía, escribir mil poemas y poder mostrárselos a todo el que se preste, y, lo mejor de todo, es dar a conocer todo cuanto me quema... y nada me hace arder con más eficacia que la rabia y el desprecio hacia el egoísmo humano, que ha utilizado su talento para hallar una felicidad, cuyas metas son tan inalcanzables que jamás le va a llegar, y a costa de su búsqueda enfermiza, destruye, en consecuencia, el maravillo planeta que le otorgó el derecho a la existencia. En esta constante antítesis me hallo, entre un orgullo y un desprecio que me impulsan, a su vez, y dan fuerzas para luchar por mis propias utopías y convertir mi mundo en un sueño de colores, por imposible e infantil que resulte, prometo, desde aquí, no rendirme jamás. Quiero dejar mis huellas, por todo rincón que mi tiempo alcance y comenzar, a base de los primeros granos de arena a convertir la tierra en un lugar mejor. Por lo pronto, he comenzado por salir, interiormente, de este redil, de seguir al rebaño, apelando a la objetividad, sólo espero que nunca me falten las fuerzas de continuar esto que he comenzado y es que nada me hundiría más que no luchar por mis sueños.
Moriría frustrada si no lo intento.
¿Colaboráis?